viernes, 9 de julio de 2010

Revelaciones a traves del ensueño y sus espejos


Caminar sin anteojos ya es onirico. Las superficies pierden rugosidad, se polariza su brillo. Los semaforos y toda la luminaria publica en conjunto se dispersa en rayos, tan visiblemente desplegados, que se entrelazan. Debiera largarse a llover en este instante, pero todavia no encuentro pronostico alguno que lo revele. Tendre que dormir para eso. Y, solo asi, perpetuar en mares de nuevas y vastas probabilidades amontonadas como esferas de azarosa enumeracion. Que noche la de anoche. Soñar se ha convertido ultimamente en prolongadas odiseas montadas en escenarios de mixtura ambiental; vagones de la antigüedad y galerias aromaticas en devenir. Anoche, si acaso fue anoche o confeccion de un imaginario atemporal, me desviaba lejos. Accidentalmente. Direccionado hacia el sur de la ciudad o el polo opuesto de mi nacimiento.


2 comentarios:

  1. Jasam, me encanta como estás escribiendo... asi como siempre nos ha gustado soñar y encontrarnos, de pronto, en algun bosque, sentados al lado de un Ent o alguna especie arbolaria... tal vez toborochi debiera crecer y albergarnos a ambos.

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  2. Va a llegar un momento en que su vientre emponchado nos pueda guardar de las inclemencias del tiempo, o de los designios de Zeus... quien sabe. Yo no sé, y vos tampoco, pero quizás algún día, cuando nos larguemos a viajar por el mundo, haya un toborochi esperándonos en cada puerto.

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