miércoles, 26 de enero de 2011

Distensión

Empujó con furia una moneda hecha en mil novecientos noventa y uno a través de la ranura. Ésta no partió el recorrido desde su bolsillo, nada de eso, apareció un dia entre medio de un libro con hojas rubias. Quizá por eso la moneda era dorada, aunque pensandolo bien, dejémoslo como si se hubiese tratado de una mera casualidad. Estaba entre las páginas ciento cuarenta y dos y ciento cuarenta y tres. Pero no quiero desviarme del tema. Lo que si se desvió fue la moneda en una esquina del canal que la conducía por el interior de la máquina dispensadora de baratijas. Y que al final terminó expulsando una esfera plástica que contenía un beso. Que se estrelló contra su boca y permaneció ahí estampado durante exactamente veintinueve segundos. ¿Pero qué idea se puede tener sobre períodos temporales cuando se está siendo empapado por un beso? Ninguna, o demasiado mínima. Sin embargo, como el relato va en tercera persona, me puedo dar el lujo de añadir detalles tan rigurosos. Por ejemplo, recuerdo muy bien que entre los bordes de sus uñas quedó prendido el polvo que por tantos años había residido dentro del libro que antes mencioné. Y los bordes de sus uñas... que se humedecieron después con la transpiración de un vaso ordinario (y potencialmente quebradizo) de cerveza. Quisiera haber podido saber a que temperatura exacta se encontraba y a cuanta se incrementó ante el súbito contacto con su piel. Quisiera olvidarme que para todo hay una medición, y convencerme que cualquier escala es tan solo una interpretación convencional. Quisiera poder encontrar la palabra que ando buscando impacientemente y que no se muestra por ningún estúpido rincón. Quisiera también dormir esta noche. Quisiera tantas cosas, pero esto ya me suena a capricho. Así que no. Aspiraré nada mas que a una sola fantasía por vez; la primera será deshacerme de este reciente vicio por las tildes. ¿Desde cuándo me gustan? Elevo mi plegaria como lo haría con un avión de papel que impulso en dirección a la luna roja. Y que, claro, previsiblemente no se suspende en el aire por más de seis segundos. Pero resignarse no es parte de las reglas del juego. Será mejor construir un avión de verdad, confeccionado con algodón. Aunque eso ya sería una nube. Magnífico, ahora nada más hay que dibujar los planos.

1 comentario: