Lluvia cae sobre Buenos Aires. Tal como si fuese un entramado de chispas formando un tejido que se vuelve cada vez mas espeso. Los rayos que interceden con la noche son solamente indicios que comunican un proximo amanecer encapotado, perfectamente excitante, como todos y cada uno de los inicios. Es que asi fueron siempre, si mi memoria no me engaña... al menos ocurrio en este, el anterior y el anterior a ese cuatrimestre. Debo admitir que me deleita la idea de reencontrar huellas por los caminos encementados y turbulentos que se acuestan sobre los alrededores de la estacion Mitre. Un dia lluvioso crea una especie de intimidad entre las personas, segun la pelirroja. Se que tiene toda la razon. Las ventanillas empañadas del colectivo, que se convierten en soporte de letras o espirales hechos con los dedos, lo confirman. Minutos suficientes de viaje como para escuchar por completo The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars transcurren hasta finalizar y conducirme despues al enfrentamiento irrevocable que amenaza con consumir mi serenidad. Los numeros. O su mutacion a sistemas complejos. O ecuaciones.
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